martes, 11 de marzo de 2008

El Espíritu de la política


"La política se transforma desde el arte o la ciencia de gestionar al de vivir la plenitud de todo ser humano". De los políticos se nos dice que están condenados a un idioma babilónico, basado casi exclusivamente en el propio interés. Del Sistema que no tiene cara, que es "una metástasis total". Sin embargo, sobre la vida de las sociedades Panikkar nos enseña que no puede ser mantenida por la fuerza, que todo "contrato social" ha de ser voluntario.

Este artículo presenta una triple naturaleza: de opinión, crítica literaria y político-humanística. Su esencia "trinitaria" toma prestado su título de un libro recientemente publicado por el filósofo Raimundo Panikkar (Península, 1999), un libro que todo político profesional, cualquiera que sea su sensibilidad, debería tener muy presente. Extrañan muchas de las opiniones y discurso de esta privilegiada mente y espíritu, mundialmente reconocido en el ámbito de la gran cultura, tanto occidental como oriental. Introduce el concepto de lo "metapolítico" como solución de dicotomías. Tan sólo a partir de lo metapolítico la realidad externa, dice Panikkar, incluso todo fenómeno de violencia sociopolítica, puede ser comprendida, pero nunca desde el nivel de conciencia del Sistema actual ni tampoco desde la misma violencia. Se critica drásticamente la política moderna como "el lugar de lo demoníaco". Se insiste asimismo en que "la situación del mundo actual no tiene futuro".

Desde el evolucionado nivel de lo metapolítico "la política se transforma desde el arte o la ciencia de gestionar al de vivir la plenitud de todo ser humano", así que el autor aconseje el estudio de la naturaleza como fundamento de la actividad política. El sentido de la identidad propia no ha de pasar por el filtro de la razón racionalista sino que ha de verse desde estadios de conciencia más elevados capaces de "abrir otras ventanas", de ver toda la realidad desde una nueva perspectiva. "La política no puede ser ni el único ni el supremo instrumento de paz (...) mientras que "el Sistema actual nos conduce a la muerte, y sin él también morimos (...). Por lo cual "sólo una transformación, una metanoia radical puede reconducirnos al camino recto". A esto se denomina "la necesaria conversión radical" que lleve a una nueva visión transhistórica del conjunto vital.

De los políticos se nos dice que están condenados a un idioma babilónico, basado casi exclusivamente en el propio interés. Del Sistema que no tiene cara, que es "una metástasis total". Del ser humano que está sometido al imperio de la burocracia, la cual pretende controlarlo todo. De la razón moderna que se utiliza como un arma para legitimar formas abiertas y sutiles de violencia, y que por tanto ha de ser desarmada. De la tecnología y la tecnocracia que se ha convertido en una nueva forma de neo-totalitarismo, igual que el mercado libre de tinte neo-liberal, al que califica de "economicidio". Este modelo "ha arrasado con el espíritu, y al conquistarlo lo ha llevado a la actual catástrofe ecológica, cultural, política y espiritual". Del burócrata en el poder hay que aprender que es inaccesible al diálogo, enfermedad pasivo-agresiva del moderno ego triunfant. Del Sistema que, simplemente, "no funciona". De los Estados nos dice que se identifican con una ideología que es siempre nefasta para las demás culturas que tienen un concepto diferente de la realidad, por lo que todas las situaciones conflictivas se colocan en un callejón sin salida. En opinión de Panikkar "la sacralización del estado es uno de los mayores sacrilegios que se hayan cometido en el orden político", ya que representan "una concepción totalitaria", mientras que "la nación es un organismo que surge del pueblo".

Acerca del futuro Panikkar augura que nos amenaza con una bancarrota total. Cita a fuentes y organizaciones autorizadas que pronostican que "si la civilización actual no cambia radicalmente el mundo no sobrevivirá otros cincuenta años". Del terrorismo nos dice que sólo se puede comprender desde "lo metapolítico", algo en lo que estamos de acuerdo, ya que nada se puede comprender desde su propio nivel o desde el que lo originó. Defiende el concepto de "bio-región como cosmo-región", cual mito unificador de carácter cultural asociado al concepto de pueblo-nación indígena. Sin embargo, nos previene contra una gran paradoja y peligro al decir que el pueblo-nación tribal que se convierte en estado, por ser este concepto artificial y pertenecer al de un género monocultural, "está condenado a perder su propia identidad e independencia como nación, transformación que con frecuencia acaba por ser trágica". Denosta Panikkar por igual al marxismo y al individualismo liberal de la modernidad, a los que no otorga credibilidad alguna y tacha de "nada convincentes". Se critica devastadoramente la monetización de la cultura y de la ciencia, así como la politización y materialismo de ambos con justificado rigor. Al mismo tiempo nos asegura que todos "los estados se sienten amenazados cuando no pueden controlar un cierto ámbito cultural", por lo que nos urge a encontrar nuevas y adecuadas formas de "convivialidad" entre estados y pueblos-nación.

Se concluye que las naciones autóctonas han de salir al encuentro de un mito unificador, como proyecto humano de envergadura, que no esté fundado en la fuerza ni en el poder. En este mito reside lo metapolítico, concepto que enseña que sin cambiar la visión del mundo que nos viene dada por el reduccionista cientificismo moderno no se superará la crisis actual. Un cambio de mentalidad hacia una nueva ecosofía integral se ve como indispensable, incluso para la supervivencia de la humanidad. Finalmente se nos propugna como proyecto político el considerar naciones-pueblos en vez de naciones-estado, reconociendo lo artificioso de las fronteras estatales, todo lo que ha hecho que el estado moderno se derrumbe. Lo que necesitamos todos no es un arreglo con más y más parches de la sociedad sino algo más radical, la materialización de una nueva civilización, una cultura desmonetizada, no a modo de sueño utópico sino como un colocar la mayor parte de los valores humanos fuera del alcance directo del poder del dinero.

Sobre la vida de las sociedades nos enseña el gran filósofo que no puede ser mantenida por la fuerza, que todo "contrato social" ha de ser voluntario. En esto se basa un principio de autodeterminación de los pueblos indígenas del mundo que no necesariamente implica su secesión de estados-nación ya constituidos. Se defiende así una vía media, no-dualista y todo-acogedora, la única que permite un entendimiento creativo y postpatriarcal entre violentadores y violentos, desquiciantes y desquiciados, ricos y pobres, estados-nación y pueblos-nación, patriarcalismos y matriarcalismos, logos y mythos. El secreto reside en actualizar y vitalizar una nueva "cultura híbrida y fratriarcal del espíritu humano" como apuesta política globalizante y universal, sin patriarcalismos subyugadores ni matriarcalismos homogeneizadores. Este ascenso es lo que necesita una civilización que hasta ahora ha descansado sobre una concepción e ideas totalmente equivocadas. La nueva concepción política se muestra también como de naturaleza hermenéutica, una que sea capaz de interpretar y penetrar hasta las raíces, interfecundando todas ellas hermanadoramente. Ello exige una profundidad y benevolencia de pensamiento que necesita ver lo político desde la lógica del mito, convirtiendo al político en "polimitólogo". Homus politicus capaces de integrar la verdadera sabiduría con un elevado espíritu, dentro de una conciencia, un modo de ser y de vivir que refleje una actitud universal. De esta manera lo político adquiere el papel de armonizador y mediatizador entre los extremos más distantes, su único éxito posible.

¿Que alternativas hay? La solución comienza por la creación de "un diálogo dialógico" como interfecundación mutua entre dos lógicas y cosmovisiones, que de enfrentadas pasan a ser complementarias y sinérgicas. La guerra de las armas y política se transforma automáticamente en una creatividad compartida entre modos culturales e identidades diferentes, ya que la verdad es siempre plural. La Nueva Visión Integral, El Nuevo Paradigma, integra y sustituye a la competencia entre dos limitados monólogos sentimentales cuya única interacción es la lucha entre ellos por el poder monolítico sobre la realidad externa. Se debe de estar en el Sistema sin pertencer al Sistema, "ser del mundo" pero no "pertenecer al mundo". Nuestra misiónconsiste en trabajar creativamente desde el límite, colaborando pacíficamente "a la transformación radical necesaria". Lo demás es dualismo, parcialidad, autolimitación. Esto siempre rezuma fingimiento, autoconveniencia, egocentrismo, deshonesttidad y mentira, aparte de falta de empatía e ignorancia autoimpuesta por doquier.

Se nos aconseja huir de los extremos, tanto de "la trampa marxista" como de "la trampa liberal". La alternativa se convierte así en "una empresa del espíritu", éste como órgano de trascendencia de la profunda crisis actual. Para Panikkar "no existe alternativa en el interior del sistema", para el que incluso cualquier mejora global representaría "como un suicidio". Al no ser el Sistema autotrascendente y carecer del "necesario punto de apoyo transpolítico", el mito del Sistema, "que a la vez que un estado objetivo de las cosas es un estado subjetivo de la conciencia", por muy agotado y cerrado que esté, no acepta competición alguna, además de carecer de competidor, aunque tampoco aceptaría alternativa alguna. Trata de imponerse seudoimperialmente el pensamiento único. "El mito se ha hundido (...) y los remiendos, las reformas superficiales prolongan la agonía pero no aportan ninguna solución. (...). La ineludible consecuencia: lo primero que hay que cambiar es la estructura del pensamiento, ahora atrofiado, la actitud primaria ante la realidad, idea que ya había adelantado Krishnamurti. Así el problema político se ha convertido ahora en "humano-antropológico, léase religioso".

La verdadera alternativa consiste también en reconocer al otro el derecho a existir, ese otro que el Sistema tiende a ignorar. Necesitamos de una gran interfecundacíón cultural, aprender a escuchar empáticamente a las demás culturas no dominantes, invitándolas a que se expresen estimulando el nacimiento de un Nuevo Ser que haya superado el orgullo, el miedo, el desconocimiento mutuo, los privilegios y los desprecios. Desde esta reciprocidad se ha de desenmascarar sin miedo el neototalitarismo latente del Sistema político actual de las todas sociedades democráticas occidentales. Necesitamos, unos y otros,un "proceso de emancipación espiritual del Sistema". Pero hemos de aceptar que "sin una nueva toma de conciencia no se produce ningún cambio", ya que "el cambio de las estructuras es superficial y no alcanza al corazón del problema".

El gran peligro sigue siendo el de "dar el monopolio a la razón neo-ilustrada y sus pretensiones", así como el de odiar, ya que siempre "nos convertimos en lo que odiamos". Desde la política transpersonal y lo metapolítico optamos definitivamente por la vía de la conciliación, una niveladora de todos los extremos y altibajos, que proponga una solución humana para los seres humanos y una cultural para los problemas interculturales. La salvación, la sanación, ha de ser universal. Y para ello hay que repensarlo todo, "superando el concepto de estado como única base de la existencia política de la humanidad (...) tanto como el de soberanía absoluta". Hemos de aspirar pues a una "confederación de los pueblos (...) a reivindicar los derechos de las naciones sin necesidad para ello de convertirse en estados".

Concluye este pionero y pequeño-gran libro que la verdad, y con ella la verdadera vida, nunca se pueden encontrar dentro del ámbito de la política. Paralelamente, aunque con excepciones, "la banalidad del periodismo está en las antípodas de lo auténtico -vivido- día a día", representando "el opio del pensamiento, de la acción y de la vida". Así, a la vez que "la postmodernidad precipita a su propia ruina y arrastra a la humanidad tras de sí (...) en lo metapolítico el proyecto político adquiere su alma". Llega la hora "de curar la herida de la separación dualista". "Sólo los místicos sobrevivirán al mundo", grita Panikkar, y nosotros no dudamos en hacerle el dúo de la mejor forma que sepamos. La esperanza está viva, el milagro es posible. Podemos seguir esperando por Godot.