martes, 18 de marzo de 2008

El hijo de Don Quijote - una novela tragicómica -, de Salvador Harguindey


Dentro de un humor cervantino llevado al máximo grado de expresividad, Don Quijote resucita en esta novela para ser testigo del parto de su primer hijo, cuya madre es Dulcinea. En unas abarrotadas calles que le aclaman como a su héroe, el hidalgo manchego lleva a cabo una emocional defensa de su personalidad y vida. Su primogénito, fiel heredero de las mismas cualidades, defectos y locuras paternas, se encuentra sorpresivamente a su lado con un fantasmagórico hermano gemelo que responde al nombre de “el niño Jesús”. La posguerra española arranca a estos dos bebés de los brazos de sus verdaderos progenitores para ser
adoptados por unos extraños padres, ejemplares típicos de una época muy triste e inculta. Su nueva y rarísima familia, los Saavedra, representa simbólicamente a todo un país que se debatedurante los años del franquismo entre lo extremadamente cómico, la histeria colectiva y una profunda depresión. El niño protagonista contará entre sus familiares con Cristóbal Colón, Picasso, Casals y, cósmicamente, con Jesucristo, el apóstol Pedro y María Magdalena. Desde una visión infantil, la sociedad española es escudriñada irónicamente y sus limitaciones criticadas merced a un hilarante humor quijotesco. A través de la ironía y el absurdo, el hijo de Don Quijote nos relata sus frustraciones y sufrimientos desde el mismo día de su nacimiento. Finalmente, nos hará partícipes de sus terribles experiencias como víctima de abusos sexuales en un colegio de religiosos y como testigo sentimental de los campos de concentración nazis, entre otras muchas“aventuras”, tanto trágicas como jocosas. “El Hijo de Don Quijote” logra que todo acabe transformándose milagrosamente: lo humorístico en lo místico, lo más criticable de de la religión en espiritualidad viva y genuina, la necedad en sabiduría, y el mal en bien. Esta novela, esencialmente “antitotalitaria”, se ofrece finalmente como puente entre diversas visiones de la vida. Aparte de servir como reconciliación histórica y sutura simbólica, trata de abrir a todo ser humano, cualquiera que sea su ideología y confesión, política o religiosa, a los aspectos más elevados de su propia naturaleza y espíritu. Sus misiones son las de hacer reír y emocionar.


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PVP: 16 Euros.
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